Tomás Nores estudió psicología, pero rápidamente entendió que su camino iba más allá del consultorio. Desde sus primeros pasos como voluntario en la Fundación Ictus, encontró un propósito que lo atravesaría desde entonces: acompañar a otros en su desarrollo humano, emocional y social. Coordinó talleres, acompañó docentes y familias, para mejorar la convivencia dentro de las escuelas. Siempre con la misma brújula: poner el bienestar emocional en el centro.
Pero fue en 2020, con la llegada de la pandemia, cuando ese propósito tomó una nueva forma. La ONG con la que había trabajado tantos años frenó sus actividades. Y aunque el mundo parecía detenerse, Tomás no quiso dejar atrás aquello que había construido. Con una mochila cargada de experiencia, conocimientos y pasión, decidió emprender un nuevo camino: el del emprendimiento social.
Fue un momento bisagra. Lo obligó a frenar, mirar hacia adentro y preguntarse si el camino que venía recorriendo tenía sentido. Y por suerte, vio que sí. Tomás quería que más personas conocieran lo que él había descubierto con la inteligencia emocional y quería compartir cómo acercarnos a un mayor bienestar. Viendo a personas brillantes, talentosas y comprometidas completamente agotadas, entendió que no se trataba de un problema individual, sino sistémico.
Así nació la semilla de lo que hoy es Bwell Lab, aunque en ese entonces no tenía nombre, ni equipo, ni una estructura clara. Era solo él, su idea, y una convicción firme: que el trabajo puede ser un espacio de inspiración y crecimiento, no solo de exigencia y productividad. Bwell Lab nació para ofrecer herramientas reales que ayuden a las personas y a los equipos a desarrollar inteligencia emocional, liderazgo consciente y bienestar de forma práctica, vivencial y humana.
Acompañado por una aceleradora local, Tomás lanzó sus primeras propuestas enfocadas en el bienestar integral. Validó sus proyectos en Córdoba, y en 2022 dio el salto: se mudó a España con la intención de expandir su trabajo y seguir creciendo.
El recorrido no fue lineal. Emprender es un camino de aprendizajes constantes y puede llegar a ser un poco solitario. Desde aprender a vender, a diseñar una propuesta, a gestionar un equipo… hasta encontrar un nombre que represente verdaderamente la esencia de lo que quiere construir.
Fue en 2023 cuando encontró en el programa IN-HABIT de Bridge for Billions una pieza clave para darle forma definitiva a su sueño.
“Fue gracias a IN-HABIT que pude consolidar la estructura organizacional de mi proyecto”, cuenta Tomás.
Junto a Arnold, su mentor y con el apoyo de la comunidad, vivió un proceso participativo, lleno de intercambios, preguntas e ideas que le permitieron crecer y fortalecer la propuesta.
Hoy, Bwell Lab es un laboratorio de desarrollo humano y bienestar organizacional. Un espacio donde convergen doce profesionales de distintas disciplinas: psicología, coaching, sostenibilidad, recursos humanos, arte, y más. Juntos, co-crean soluciones con organizaciones que buscan mejorar el bienestar de sus equipos, fortalecer su cultura interna y, en consecuencia, potenciar sus resultados.
Pero llegar hasta acá no fue fácil. Uno de los mayores desafíos ha sido —y sigue siendo— la comercialización del proyecto.
“Podemos tener un equipo increíble y una propuesta poderosa, pero si no logramos sostenerla económicamente, el sueño corre riesgo”
Y a pesar de los obstáculos, sigue adelante. ¿Por qué? Porque para él, Bwell Lab no es solo un emprendimiento: es una extensión de su propósito vital. Es la forma que encontró de poner su vocación al servicio de otros, de crear espacios más humanos dentro de las organizaciones, de contribuir a un mundo más saludable y consciente.
“Hemos acompañado a emprendedores y profesionales que, gracias a nuestro trabajo conjunto, reconectaron consigo mismos, recuperaron su autoestima, superaron bloqueos y tomaron decisiones alineadas con sus valores”
Un ejemplo del impacto de Bwell Lab es la historia de Carlos, un líder en ventas de seguros de vida, quien al finalizar la formación en Liderazgo compartió: “Fue un momento de repensar lo que venía trabajando, pasar del mundo de las ideas al mundo de las acciones. Me llevo claridad en cuáles son mis objetivos a trabajar. Es una invitación a crecer, a moldear tu vida como vos querés que sea…”. Hoy Carlos lidera su propia consultora y ya ha formado a miles de personas, con el estilo de vida que siempre soñó.
Y como este, muchos testimonios reflejan el corazón de Bwell Lab: facilitar espacios donde las personas se sientan miradas, escuchadas y empoderadas para crecer tanto personal como profesionalmente.
“Esta llama no se apaga”, dice Tomás.
Y se nota. Se nota en cómo habla de su equipo, de su historia, y de cada persona que se cruza en el camino buscando bienestar. Porque para él, emprender no es solo generar valor. Es generar sentido.